El Brexit y la crisis de la izquierda británica

Domingo 26 de junio de 2016, por Neil Faulkner

Tomar posición en el referéndum de la UE no era fácil. La opción dentro/fuera era esencialmente un argumento interno de la élite política y empresarial sobre qué convenía más al capitalismo británico. Nosotros no queremos ser gobernados por el Banco Central Europeo o por la City de Londres. Ambos están programados para la financiarización, la privatización y la austeridad. Ambos son mecanismos para desviar la riqueza hacia el 1%.

Se podría haber construido un argumento consistente para la abstención. Habría funcionado de la siguiente manera: esta es una disputa entre dos facciones rivales de nuestros gobernantes acerca de cómo organizar la explotación y la acumulación del capital. Es una discusión sobre la mejor manera de obtener beneficios. De un modo u otro, nosotros somos los estafados y ellos los que se enriquecen a nuestra costa. Los trabajadores se engañan si piensan que cualquiera de las partes les representa, o que cualquiera de las dos opciones, dentro/fuera, les beneficia.

En teoría, este argumento es sólido, pero cómo dijo Goethe, la teoría es gris y el árbol de la vida es verde. Lo que en sentido abstracto puede ser cierto que no hay nada que escoger entre la City de Londres y el Banco Central Europeo, no lo es cuando lo trasladas a la situación concreta de un debate político vivo. Volveré sobre esto más adelante. Antes de hacerlo, me gustaría decir algo sobre el Lexit (1).

Mientras que, como he comentado más arriba, se podría haber ebrexit-shutterstock2ncontrado un argumento sólido para la abstención, aunque éste fuera abstracto, lo mismo no puede decirse para argumentar a favor de votar Leave (2).No importa que la UE sea un club de banqueros, que sea antidemocrática y que imponga la austeridad y la privatización. Todo verdadero pero irrelevante, por la sencilla razón de que lo mismo reza para la alternativa: la City de Londres.

Una versión un tanto más sofisticada fue la siguiente. La UE es el mega-proyecto de la élite empresarial y política de Europa, incluyendo a su pareado sindicato británico. El Brexit sumirá este proyecto en una crisis. La crisis de su sistema será nuestra oportunidad. Damos la bienvenida a la crisis del capitalismo europeo causada por la ruptura de la UE.

Argumentos similares se han presentado en el pasado. El Partido Comunista alemán, siguiendo las órdenes de Moscú, agradeció la crisis de la República de Weimar a principios de los años 30 del siglo pasado, rehusó formar una alianza contra el fascismo con el Partido Socialdemócrata alemán (tildado de social fascista) y afirmó que una dictadura de Hitler sería un trampolín para la revolución socialista. Ya conocemos el resultado.

Permítanme aclarar el error básico subyacente a esto: es asumir que cualquier crisis y cualquier estallido de descontento popular debe, de alguna manera, beneficiar a la izquierda. De hecho, como explicó Lenin, la clase dirigente puede sobrevivir a cualquier crisis si los trabajadores se lo permiten, y, tal como argumentó Trotsky, hay dos partes en una crisis, la de la esperanza revolucionaria (socialista) y la de la frustración contrarrevolucionaria (fascista).

No puedo condenar a los compañeros de la izquierda que asumieron esta equivocación durante la campaña del referéndum, incluidos, muchos amigos cuyo compromiso, idealismo y decencia está más allá de toda duda. Pero ha llegado el momento de que miren a la realidad a la cara. Y lo mismo deben hacer aquellas personas abstencionistas que buscaron refugio en la abstracción.

Si el monstruo del nacionalismo y el racismo en el interior del Brexit no fue del todo evidente durante la campaña, es innegable en estos momentos. A pesar de eso, he visto revolucionarios, cuyas opiniones solía respetar, decir que el resultado del referéndum sobre la UE representa un voto de clase, y eso significa, en base al voto masivo de las zonas obreras contra el campo del Remain (3), que hemos sido testigos de una revuelta popular contra la austeridad y la desigualdad.

Esto es increíblemente estúpido. Es dejar sin sentido la distinción entre clase en sí y clase para sí: una distinción vital para Marx, el cual analizó la gran diferencia que había entre el mero hecho de la posición de clase, un tema de simple distinción sociológica, y la lucha consciente de masas a través de personas actuando por ellas mismas para cambiar el mundo. En realidad, de una u otra forma, la actividad socialista en su conjunto se explica por esta distinción.

Para los socialistas, pensar que millones de trabajadores votando por Johnson, Gove y Farage, quienes han realizado la campaña más racista en la historia reciente de Gran Bretaña, se pueda interpretar de algún modo como un voto de clase, o, como la web del Lexit manifiesta, que el resultado constituye una victoria de la izquierda, me deja sin palabras.

En una crisis, el centro no se puede mantener, y el descontento popular puede ser captado y canalizado por la derecha o la izquierda. La izquierda no tiene esperanza si no es capaz ni siquiera de explicar la diferencia.

La campaña del Brexit fue una campaña anti-UE, anti-Westminster y anti-establishment, igual que la campaña de Hitler fue anti-Weimar en 1932. La campaña del Brexit se aprovechó del enorme pozo de amargura almacenado por las capas más golpeadas de la población: las víctimas de la globalización, el neoliberalismo y la austeridad. Igual que Hitler fue apoyado por los desempleados y los trabajadores no organizados, los pequeños negocios quebrados, la gente común que se sintió olvidada, ignorada y víctima de abusos. Y la campaña del Brexit aventó un recrudecimiento del racismo anti-inmigración, lo mismo que hizo Hitler acusando a los judíos de todos los males.

Así pues, la victoria del Brexit significa un nítido bandazo a la derecha. El UKIP está surfeando una ola. La derecha Tory tomará el liderazgo. El Nuevo Laborismo tiene su propio golpe de mano a cámara lenta para deshacerse o encarrilar a Corbyn (y aquellos que duden de la trayectoria derechista de la política británica, deberían tener presente que Corbyn está desconectado de las bases laboristas porque se le considera blando en el tema de la inmigración). En toda Europa, la extrema derecha está brindando por el Brexit y pidiendo su propio referéndum. La UE puede romperse (desmembrada, por favor tener esto en cuenta, no por el partido de la esperanza revolucionaria, sino por el partido de la frustración contra-revolucionaria.

Vivimos tiempos peligrosos. A pesar del poderío de las grandes corporaciones empresariales, de la grotesca avaricia de los ricos y la ascendente crisis social que afecta a los trabajadores y los pobres, la resistencia es mínima, y la izquierda, devastada por el soberanismo, el sectarismo y en algunos sectores incapaz de afrontar la realidad, absolutamente irrelevante.

Sin embargo, la izquierda debe actuar. La crisis global es profunda, de difícil solución y tendente a empeorar. Los riesgos históricos nunca han sido tan altos. La izquierda debe construir una alternativa de lucha basada en un enfrentamiento de masas desde abajo. Un buen comienzo podría ser el simple reconocimiento de que el voto del Brexit representa un tsunami de la derecha, un triunfo del trumpismo, y que si no empezamos a organizarnos y hacer pronto las cosas correctas, el peligro es que la extrema derecha, aquí y en toda Europa, derive hacia el fascismo sin tapujos.

Neil Faulkner es un socialista revolucionario, un activista de Brick Lane Debates y el autor de “Una historia marxista del mundo: de los neandertales a los neoliberales”.

Enlace al artícluo original: http://leftunity.org/brexit-and-the-crisis-on-the-british-left/

Notas

(1) Salida de la UE por la izquierda.
(2) Abandonar la UE
(3) Permanecer en la UE

Traducción: Alberto Martínez Sánchez

ATTAC – País Valencià

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